miércoles, 31 de enero de 2018

31 Asesinato


Asesinato

Antonio García Velasco



El asesinato cometido en el tobar de la zona este de aquel pueblecito de montaña sigue sin aclarar. Treinta años hizo la semana pasada. Es posible que los servicios policiales hayan archivado el caso. Pero pervive en la memoria y conciencia de los vecinos, incluso de los que eran pequeños cuando ocurrió el luctuoso suceso.

Después de tres largas décadas, Julián Castro de Baena, una noche de habitual borrachera, declaró, en medio de su monólogo de beodo, que “por suerte nunca se conocerá el nombre de quien mató a José María de Baena Núñez”.

-¿Por suerte? -se mosqueó Bernardino Ortega-. ¿Por suerte para quién, Julián?

-Es un modo de hablar -replicó el aludido con cierto azoramiento disfrazado de efectos del vino- ¡Nada más que un modo de hablar!

Guardó silencio Bernardino, pero, desde aquel momento, "mi racionalidad, se decía, confirma la sospecha".

Una mañana, abordó a Castro de Baena en una de las callejas que daba a la plaza, junto a la tapia cubierta de verde yedra.

-Una suerte para ti, ¿verdad?

-¿Qué es una suerte para mí, si puede saberse?

-Tu comentario en la taberna me lo ha confirmado: tú mataste a tu primo José María. Ya venía yo sospechando desde hacía años. Y no he podido reunir pruebas contundentes... El subconsciente te ha traicionado, Julián.

Éste, azorado de inseguridad y falta de defensa, quiso alejarse:

-Sólo dices tontadas, Bernardino. El hecho de que seas un jubilado de la Guardia Civil no te da derecho a meterte en mi vida y acusarme -rezongó en su intento de huida.

-El arma asesina fue una faca cortijera que tienes escondida en un baúl del cuarto de los trastos. Igual que la medalla de la Virgen del Carmen que tu primo siempre llevaba puesta.

-¡Déjame en paz! -se desprendió de la mano que sujetaba su muñeca y salió corriendo hacia el secadero de las uvas.

En su alocada carrera por el borde la torrentera, Julián dio un traspié y cayó al torrente golpeándose contra una roca. Se levantó herido y continuó su espantada hasta llegar al barranco del Jumillar, desde donde se arrojó al vacío.

Bernardino guardó silencio sobre las causas del suicidio y la muerte de José María de Baena Núñez perdura en la memoria colectiva del vecindario como uno de los grandes misterios del pueblo.

2 comentarios:

  1. Cuando se mata a alguien algo se marchita de manera lenta e inexorable dentro de las entrañas del asesino. No hay nadie tan fuerte como para controlar el inconsciente. El remordimiento transforma, cual mala hierba ajena a su extinción, el campo fértil de la esperanza en un erial. El futuro se evapora continuamente... y se llega a no vislumbrar el cercano abismo de la autodestrucción.

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  2. Una precisa puntualización. Como si hubiesen sido tus palabras el motivo de la inspiración.

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