viernes, 26 de enero de 2018

26 Borrachera de aguapié


Borrachera de aguapié

Antonio García Velasco



Aquel aldeano elaboraba un aguapié aterrador, que, no obstante, se bebía en las tabernas de su pueblo. La aldea era una pedanía del municipio y allí cada uno hacía de su capa un sayo.

-Mientras que lo beban y ninguno enferme -explicaba Frascuelo-, ¿qué impide que haga vino o aguardiente o lo que sea con agua y orujo?

-Tiene pésima calidad el aguapié que elaboras aquí, en tu casa -replicó Jacinto y se echó al gaznate otro vaso de licor.

-Bien que coges tú tus buenas borracheras.

-Por eso te lo digo, que, al día siguiente, tengo una resaca de mucho y peor cuidado.

-Todo exceso es malo, que ya lo decían los clásicos.

-Será por lo que tú has estudiado -se escanció una nueva copa y se la empinó de un trago.

-Mi padre me lo repitió muchas veces: Frascuelo, que, como decían los griegos, todo exceso es malo.

-Tu padre sí era un hombre sabio.

-Él me enseñó a hacer el vino aguapié. Y sigo su receta punto por punto, sin saltarme ni una coma. ¡No será tan aterrador cuando la gente lo bebe!

-Porque la gente se apega a todo lo fácil y barato.

-No estoy entendiendo lo que pretendes con tanto criticar mis vinos. Si no lo quieres probar, no lo pruebes, nadie te obliga -cogió la botella con intención de retirarla.

-No pretendo perjudicarte. Pero no me perjudiques tú a mí -le echó mano al cristal y, nuevamente, se llenó la copa.

-Yo también bebo mi aguapié, amigo. Y no quiero para otro lo que no quiero para mí.

-¡Un santo varón!

-Cada uno tiene sus defectos, Jacinto. Y sus virtudes. Pero si no quieres beber mi vino, si tan aterrador te parece, con no probarlo, ya has cumplido.

Jacinto, levantó la copa recién llena de aguapié y ofreció un brindis conciliador:

-Por Frascuelo y su vino malo que, como las lentejas, si quieres lo tomas y si no, las dejas.

Al fabricante no le hizo gracia el brindis, pese a las buenas intenciones del amigo: sin decir ni media palabra, con rotunda decisión, retiró la botella y los vasos de la mesa,

-Se acabó lo que se daba.

-No te enfades, Frascuelo. Que muy buenos ratos pasamos charlando.

-No hay enfado, pero tampoco hay más invitaciones al vinate de mi bodega.

-¡Jo, Frascuelo! -rezongó Jacinto y, dando tumbos de beodo, se marchó por donde había llegado.

-¡Cría amigos para que vengan a criticarte en tu cara y en tu casa!




2 comentarios:

  1. Los aparentes diálogos,¿cuánto guardan dentro de monólogos paralelos¨? ¿Hasta cuándo aguantan la discrepancia? Nos hemos de cercionar de la paciencia sincera.

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  2. Castizo y muy divertido. No obstante, ese vinate te lleva al límite de la educación y la paciencia. ¿Serán amigos mañana o se liarán a guantazos?

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